2. La administración del Hospital: distribución de sus cargos

Dijimos ya en el capítulo primero que, en virtud de un solemne privilegio del Rey fundador, la Abadesa de Las Huelgas fue constituida Administrador perpetuo y Superior absoluto del Hospital, aunque con ciertas previsoras y saludables restricciones, expresadas en las siguientes palabras de Alfonso VIII, que siguen a su declaración terminante de que la Abadesa tenga plenariamente el gobierno del Hospital en todas y por todas las cosas: «Pero es condición que dicha Abadesa no tenga potestad de enajenar cosa alguna de las haciendas, posesiones y otras cualesquiera cosas que pertenezcan al Hospital, ni licencia para transferirlas a los usos del Monasterio por ninguna causa o necesidad, antes si la cualidad o cantidad de la necesidad lo pidiese, se le subvenga al mismo Hospital, en tiempo de ella, de la abundancia de las cosas del Monasterio para el uso de los pobres»2.

Bien claro quedaba el propósito del Monarca de confiar a la Abadesa con la carga de la administración del Hospital, la efectiva tutela y el superior patrocinio de los pobres enfermos y de los peregrinos que hacían escala en Burgos en su marcha o regreso de Compostela.

No ocuparon, empero, los cargos del Hospital las mismas religiosas de Las Huelgas, sino otras personas que se hicieron con el tiempo tristemente célebres por sus disturbios y vanas pretensiones. Fueron éstos los Freyles, en número de doce, más ocho Freylas para ciertos menesteres, presididos unos y otras por un Comendador3.

En un principio se repartían los Freyles de tal suerte, que unos residían fuera del Hospital, con el fin de cuidar las haciendas de la Fundación, que en aquellos tiempos estaban divididas en granjas, y los demás residían en el Hospital para atender los oficios domésticos y asistencia de los pobres. Pero más tarde, quitadas las granjas y reducidas a arriendo las haciendas, fueron distribuidos entre ellos los cargos en la forma siguiente, ordenada por el reformador Cabeza de Vaca en sus definiciones de 1540: uno de los Freyles era limosnero y tenía cuidado de recibir a los pobres; otro, enfermero, para proveer, a los enfermos y enfermas que estuvieren en las enfermerías, de las medicinas y viandas necesarias como lo ordenaren los médicos; otro, sobradero, tenía por oficio cobrar la renta de pan, trigo y centeno del Hospital y su reparto y rendición de cuentas; otro, veedor, con cargo de proveer las cosas que en la Casa se deben hacer y de pagar todo lo que se debe en despensa; otro, mayordomo, encargado del gasto ordinario que se hace en la Casa y del extraordinario, así como de las compras que se hicieran; otro, mayoral del ganado, jefe de los pastores; otro, secretario del Cabildo, encargado de sus libros; otros dos, contadores, para llevar las cuentas cada sábado y al fin de cada mes y del año; otro, depositario, al frente del depósito del pan, y los dos restantes Freyles cuidaban del archivo. De las Freylas, una tenía cuidado de la enfermería de los varones; otra, de la de mujeres; otra era sacristana, y como tal procuraba tener limpia la ropa de lino de los altares y las albas y amitos, y toda la ropa de la iglesia; otra ejercía funciones de portera, cuidando de la puerta del encerramiento; otra era nombrada hospedera de las mujeres, para recibir a las romeras, y las otras Freylas se ocupaban en algunas cosas provechosas para el Hospital4.

Notas
2

Este privilegio se reproduce literalmente en la confirmación de Sancho IV, fechada en Burgos, Era del 1323 (A. R. M., leg. 4, número 118).

3

Era frecuente en la Edad Media el caso de las Comunidades dúplices hospitalarias. LALLEMAND, en su Histoire de la Charité (tomo IV, París, 1910, págs. 571 y s.), dice: «Les établissements charitables du moyen áge sont, en général, desservis par des Fraternités de Frères et de Soeurs, obéissant á un Maitre, et restant presque toujours affectés á un asile déterminé, sans relever d'aucune maison généralice.»

4

A. R. M., leg. 6, núm. 258.