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Frutos de la humildad

Cuanto más grande seas, humíllate más y hallarás gracia ante el Señor23. Si somos humildes, Dios no nos abandonará nunca. Él humilla la altivez del soberbio, pero salva a los humildes. Él libera al inocente, que por la pureza de sus manos será rescatado24. La infinita misericordia del Señor no tarda en acudir en socorro del que lo llama desde la humildad. Y entonces actúa como quien es: como Dios Omnipotente. Aunque haya muchos peligros, aunque el alma parezca acosada, aunque se encuentre cercada por todas partes por los enemigos de su salvación, no perecerá. Y esto no es solo tradición de otros tiempos: sigue sucediendo ahora.

Notas
23

Ecclo III, 20.

24

Cfr. Job XXII, 29-30.

Referencias a la Sagrada Escritura
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