228

¿No os conmueve que el Apóstol Juan, ya anciano, emplee la mayor parte de una de sus epístolas en exhortarnos para que nos comportemos según esa doctrina divina? El amor que debe mediar entre los cristianos nace de Dios, que es Amor. Carísimos, amémonos los unos a los otros, porque la caridad procede de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y a Dios conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es Amor14. Se detiene en la caridad fraterna, pues por Cristo hemos sido convertidos en hijos de Dios: ved qué amor hacia nosotros ha tenido el Padre, queriendo que nos llamemos hijos de Dios y que lo seamos15.

Y, mientras golpea reciamente nuestras conciencias para que se tornen más sensibles a la gracia divina, insiste en que hemos recibido una prueba maravillosa del amor del Padre por los hombres: en esto se demostró la caridad de Dios hacia nosotros, en que Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo, para que por Él tengamos vida16. El Señor tomó la iniciativa, viniendo a nuestro encuentro. Nos dio ese ejemplo, para que acudamos con Él a servir a los demás, para que –me gusta repetirlo– pongamos generosamente nuestro corazón en el suelo, de modo que los otros pisen en blando, y les resulte más amable su lucha. Debemos comportarnos así, porque hemos sido hechos hijos del mismo Padre, de ese Padre que no dudó en entregarnos a su Hijo muy amado.

Notas
14

1 Ioh IV, 7-8.

15

1 Ioh III, 1.

16

1 Ioh IV, 9.

Referencias a la Sagrada Escritura
Este punto en otro idioma