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«Domine!» —¡Señor!— «si vis, potes me mundare» —si quieres, puedes curarme.

—¡Qué hermosa oración para que la digas muchas veces con la fe del leprosito cuando te acontezca lo que Dios y tú y yo sabemos! —No tardarás en sentir la respuesta del Maestro: «volo, mundare!» —quiero, ¡sé limpio!

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