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No queramos juzgar. —Cada uno ve la cosas desde su punto de vista... y con su entendimiento, bien limitado casi siempre, y oscuros o nebulosos, con tinieblas de apasionamiento, sus ojos, muchas veces.

Además, lo mismo que la de esos pintores modernistas, es la visión de ciertas personas tan subjetiva y tan enfermiza, que trazan unos rasgos arbitrarios asegurándonos que son nuestro retrato, nuestra conducta...

¡Qué poco valen los juicios de los hombres! —No juzguéis sin tamizar vuestro juicio en la oración.

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