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¡Qué buena cosa es ser niño! —Cuando un hombre solicita un favor, es menester que a la solicitud acompañe la hoja de sus méritos.

Cuando el que pide es un chiquitín —como los niños no tienen méritos—, basta con que diga: soy hijo de Fulano.

¡Ah, Señor! —díselo ¡con toda tu alma!—, yo soy... ¡hijo de Dios!

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