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¿Cómo está organizado el Opus Dei?

Si la vocación a la Obra, como acabo de decirle, encuentra al hombre o a la mujer en su vida normal en medio de su trabajo, comprenderá que el Opus Dei no se edifique sobre comités, asambleas, encuentros, etc. Alguna vez, ante el asombro de alguno, he llegado a decir que el Opus Dei, en ese sentido, es una organización desorganizada. La mayoría de los socios —la casi totalidad— viven por su cuenta, en el lugar donde vivirían si no fuesen del Opus Dei: en su casa, con su familia, en el sitio en el que desarrollan su trabajo.

Y allí donde está, cada miembro de la Obra cumple el fin del Opus Dei: procurar ser santo, haciendo de su vida un apostolado diario, corriente, menudo si se quiere, pero perseverante y divinamente eficaz. Esto es lo importante: y para alimentar esta vida de santidad y de apostolado, cada uno recibe del Opus Dei la ayuda espiritual necesaria, el consejo, la orientación. Pero sólo en lo estrictamente espiritual. En todo lo demás —en su trabajo, en sus relaciones sociales, etc.— cada uno actúa como desea, sabiendo que ése no es un terreno neutro, sino materia santificante, santificable y medio de apostolado.

Así, todos viven su propia vida, con las consecuentes relaciones y obligaciones, y acuden a la Obra para recibir ayuda espiritual. Esto exige una cierta estructura, pero siempre muy reducida: se ponen los medios oportunos para que sea la estrictamente indispensable. Se organiza una formación religiosa doctrinal —que dura toda la vida—, y que conduce a una piedad activa, sincera y auténtica, y a un encendimiento que lleva consigo necesariamente la oración continua del contemplativo y la tarea apostólica personal y responsable, exenta de fanatismos de cualquier clase.

Todos los socios, saben, además, dónde pueden encontrar a un sacerdote de la Obra, con el que tratar las cuestiones de conciencia. Algunos miembros —muy pocos en comparación con el total—, para dirigir una labor apostólica o para atender la asistencia espiritual de los demás, viven juntos, formando un hogar corriente de familia cristiana, y siguen trabajando al mismo tiempo en su respectiva profesión.

Existe en cada país un gobierno regional, siempre de carácter colegial, presidido por un Consiliario; y un gobierno central —formado por profesionales de muy diversa nacionalidad—, con sede en Roma. El Opus Dei está estructurado en dos Secciones, una para varones y otra para mujeres, que son absolutamente independientes, hasta constituir dos asociaciones distintas, unidas solamente en la persona del Presidente General2.

Espero que haya quedado claro qué quiere decir organización desorganizada: que se da primacía al espíritu sobre la organización, que la vida de los socios no se encorseta en consignas, planes y reuniones. Cada uno está suelto, unido a los demás por un común espíritu y un común deseo de santidad y de apostolado, y procura santificar su propia vida ordinaria.

Notas
2

Cfr. la nota al n. 35. Desde la erección del Opus Dei en prelatura personal, en lugar de presidente general, hay que decir prelado, que es el ordinario propio del Opus Dei, y al que ayudan en el ejercicio de su labor de gobierno sus vicarios y consejos. El prelado es elegido por el Congreso General del Opus Dei; esta elección requiere la confirmación del Papa, como es norma canónica tradicional para los prelados de jurisdicción elegidos por un colegio.

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