115

No quiero terminar sin una última reflexión. El cristiano, al hacer presente a Cristo entre los hombres, siendo él mismo ipse Christus, no trata sólo de vivir una actitud de amor, sino de dar a conocer el Amor de Dios, a través de ese su amor humano.

Jesús ha concebido toda su vida como una revelación de ese amor: Felipe, respondió a uno de sus discípulos, quien me ve a mí ve también al Padre35. Siguiendo esa enseñanza el apóstol Juan invita a los cristianos a que, ya que han conocido el amor de Dios, lo manifiesten con sus obras: Carísimos, amémonos los unos a los otros, porque la caridad procede de Dios; y todo aquel que ama, es hijo de Dios y conoce a Dios.

Quien no tiene este amor no conoce a Dios: puesto que Dios es amor. En esto se demostró el amor de Dios hacia nosotros, en que envió a su Hijo unigénito al mundo, para que por Él tengamos la vida. Y en esto consiste su amor, que no es porque nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero a nosotros, y envió a su Hijo a ser víctima de propiciación por nuestros pecados. Queridos, si así nos amó Dios, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros36.

Notas
35

Ioh XIV, 9.

36

1 Ioh IV, 7-11.

Referencias a la Sagrada Escritura
Este punto en otro idioma