60

Después de esta protesta de amor, hay que comportarse como amadores de Dios. In omnibus exhibeamus nosmetipsos sicut Dei ministros19, comportémonos en todas las cosas como servidores del Señor. Si te das como Él quiere, la acción de la gracia se manifestará en tu conducta profesional, en el trabajo, en el empeño para hacer a lo divino las cosas humanas, grandes o pequeñas, porque por el Amor todas adquieren una nueva dimensión.

Pero en esta Cuaresma no podemos olvidar que querer ser servidores de Dios no es fácil. Sigamos con el texto de San Pablo, que recoge la Epístola de la Misa de este domingo, para recordar las dificultades: Como servidores de Dios —escribe el Apóstol—, con mucha paciencia en medio de tribulaciones, de necesidades, de angustias, de azotes, de cárceles, de sediciones, de trabajos, de vigilias, de ayunos; con pureza, con doctrina, con longanimidad, con mansedumbre, con Espíritu Santo, con caridad sincera, con palabras de verdad, con fortaleza de Dios20.

En los momentos más dispares de la vida, en todas las situaciones, hemos de comportarnos como servidores de Dios, sabiendo que el Señor está con nosotros, que somos hijos suyos. Hay que ser conscientes de esa raíz divina, que está injertada en nuestra vida, y actuar en consecuencia.

Estas palabras del Apóstol deben llenaros de alegría, porque son como una canonización de vuestra vocación de cristianos corrientes, que vivís en medio del mundo, compartiendo con los demás hombres, vuestros iguales, afanes, trabajos y alegrías. Todo eso es camino divino. Lo que os pide el Señor es que, en todo momento, obréis como hijos y servidores suyos.

Pero esas circunstancias ordinarias de la vida serán camino divino, si de verdad nos convertimos, si nos entregamos. Porque San Pablo habla un lenguaje duro. Promete al cristiano una vida difícil, arriesgada, en perpetua tensión. ¡Cómo ha sido desfigurado el cristianismo, cuando ha querido hacerse de él una vía cómoda! Pero también es una desfiguración de la verdad pensar que esa vida honda y seria, que conoce vivamente todos los obstáculos de la existencia humana, sea una vida de angustia, de opresión o de temor.

El cristiano es realista, con un realismo sobrenatural y humano, que advierte todos los matices de la vida: el dolor y la alegría, el sufrimiento propio y el ajeno, la certeza y la perplejidad, la generosidad y la tendencia al egoísmo. El cristiano conoce todo y se enfrenta con todo, lleno de entereza humana y de la fortaleza que recibe de Dios.

Notas
19

2 Cor VI, 4 (Epístola de la Misa).

20

2 Cor VI, 4-7.

Referencias a la Sagrada Escritura
Este punto en otro idioma