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¡Dios sea bendito!, te decías después de acabar tu Confesión sacramental. Y pensabas: es como si volviera a nacer.

Luego, proseguiste con serenidad: «Domine, quid me vis facere?» —Señor, ¿qué quieres que haga?

—Y tú mismo te diste la respuesta: con tu gracia, por encima de todo y de todos, cumpliré tu Santísima Voluntad: «serviam!» —¡te serviré sin condiciones!

Referencias a la Sagrada Escritura
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