42

No desees nada para ti, ni bueno ni malo: quiere solamente, para ti, lo que Dios quiera.

Sea lo que fuere, viniendo de su mano, de Dios, por malo que a los ojos de los hombres parezca, con la ayuda del Señor, a ti te parecerá bueno ¡y muy bueno!, y dirás, siempre con mayor convencimiento: «et in tribulatione mea dilatasti me…, et calix tuus inebrians, quam præclarus est!» —en la tribulación me he gozado…, ¡qué maravilloso es tu cáliz, que embriaga todo mi ser!

Referencias a la Sagrada Escritura
Este punto en otro idioma