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Hace mucho tiempo una persona, indiscretamente, me preguntó si los que seguimos la carrera sacerdotal tenemos retiro, jubilación, al llegar a viejos… Como no le contestara, insistió el importuno.

—Entonces se me ocurrió la respuesta que, a mi juicio, no tiene vuelta de hoja: el sacerdocio —le dije— no es una carrera, ¡es un apostolado!

—Así lo siento. Y quise ponerlo en estas notas, para que —con la ayuda del Señor— jamás se nos olvide la diferencia.

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