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Cuando te pongas a orar, y no veas nada, y te sientas revuelto y seco, éste es el camino: no pienses en ti; vuelve tus ojos, en cambio, a la Pasión de Jesucristo, nuestro Redentor.

Convéncete de que también a cada uno de nosotros nos pide, como a aquellos tres Apóstoles más íntimos, en el Huerto de los Olivos: "vigilad y orad".

Referencias a la Sagrada Escritura
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