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Ayer vi un cuadro de Jesús difunto, que me encantó. Un ángel, con unción indecible, besa su mano izquierda; otro, a los pies del Salvador, tiene un clavo arrancado de la Cruz; y, en primer término, de espaldas, mirando a Cristo, un angelote chico llora.

Pedí al Señor que me regalaran el cuadro: es hermoso, respira piedad. —Me entristeció saber que una persona, a quien se mostró el lienzo para que lo comprara, lo rechazó diciendo: "¡un cadáver!" Para mí, serás siempre la Vida.

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