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Jesús se quedó en la Eucaristía por amor…, por ti.

—Se quedó, sabiendo cómo le recibirían los hombres… y cómo lo recibes tú.

—Se quedó, para que le comas, para que le visites y le cuentes tus cosas y, tratándolo en la oración junto al Sagrario y en la recepción del Sacramento, te enamores más cada día, y hagas que otras almas —¡muchas!— sigan igual camino.

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