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Tienes obligación de llegarte a los que te rodean, de sacudirles de su modorra, de abrir horizontes diferentes y amplios a su existencia aburguesada y egoísta, de complicarles santamente la vida, de hacer que se olviden de sí mismos y que comprendan los problemas de los demás.

Si no, no eres buen hermano de tus hermanos los hombres, que están necesitados de ese «gaudium cum pace» —de esta alegría y esta paz, que quizá no conocen o han olvidado.

Referencias a la Sagrada Escritura
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