201

No te sorprendas y no te amilanes porque te ha reprochado que le hayas puesto frente a frente con Cristo, ni porque te haya añadido, indignado: “ya no puedo vivir tranquilo sin tomar una decisión…”

Encomiéndale… Es inútil que trates de tranquilizarle: quizá se le ha puesto en primer plano una antigua inquietud, la voz de su conciencia.

Este punto en otro idioma