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“¿Quién ha dicho que, para llegar a la santidad, sea necesario refugiarse en una celda o en la soledad de una montaña?”, se preguntaba, asombrado, un buen padre de familia, que añadía: “entonces serían santas, no las personas, sino la celda o la montaña. Parece que se han olvidado de que el Señor nos ha dicho expresamente a todos y cada uno: sed santos, como mi Padre celestial es santo”.

—Solamente le comenté: “además de querer el Señor que seamos santos, a cada uno le concede las gracias oportunas”.

Referencias a la Sagrada Escritura
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