649

Me gusta comparar la vida interior a un vestido, al traje de bodas de que habla el Evangelio. El tejido se compone de cada uno de los hábitos o prácticas de piedad que, como fibras, dan vigor a la tela. Y así como un traje con un desgarrón se desprecia, aunque el resto esté en buenas condiciones, si haces oración, si trabajas…, pero no eres penitente —o al revés—, tu vida interior no es —por decirlo así— cabal.

Este punto en otro idioma