796

Después de veinte siglos, hemos de pregonar con seguridad plena que el espíritu de Cristo no ha perdido su fuerza redentora, la única que sacia los anhelos del corazón humano. —Comienza por meter esa verdad en el tuyo, que estará en perpetua inquietud —como escribió San Agustín— mientras no lo pongas enteramente en Dios.

Este punto en otro idioma