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Muchos se sienten desgraciados, precisamente por tener demasiado de todo. —Los cristianos, si verdaderamente se conducen como hijos de Dios, pasarán incomodidad, calor, fatiga, frío… Pero no les faltará jamás la alegría, porque eso —¡todo!— lo dispone o lo permite El, que es la fuente de la verdadera felicidad.

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