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Mucho entusiasmo y comprensión demuestra. Pero cuando ve que se trata de “él”, que “él” ha de contribuir en serio, se retira cobardemente.

Me recuerda a aquéllos que, en momentos de grave peligro, gritaban con falsa valentía: ¡guerra, guerra!, pero ni querían dar dinero, ni alistarse para defender a su patria.

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