Lista de puntos

Hay 2 puntos en «Amigos de Dios» cuya materia es Lucha ascética .

Luchad contra esa excesiva comprensión que cada uno tiene consigo mismo: ¡exigíos! A veces, pensamos demasiado en la salud; en el descanso, que no debe faltar, precisamente porque se necesita para volver al trabajo con renovadas fuerzas. Pero ese descanso –lo escribí hace ya tantos años– no es no hacer nada: es distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo.

En otras ocasiones, con falsas excusas, somos demasiado cómodos, nos olvidamos de la bendita responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros, nos conformamos con lo que basta para salir del paso, nos dejamos arrastrar por razonadas sinrazones para estar mano sobre mano, mientras Satanás y sus aliados no se toman vacaciones. Escucha con atención, y medita, lo que escribía San Pablo a los cristianos que eran por oficio siervos: les urgía para que obedecieran a sus amos, no sirviéndoles solamente cuando tienen los ojos puestos sobre vosotros, como si no pensaseis más que en complacer a los hombres, sino como siervos de Cristo, que hacen de corazón la voluntad de Dios; y servidlos con amor, haciéndoos cargo de que servís al Señor y no a hombres14. ¡Qué buen consejo para que lo sigamos tú y yo!

Vamos a pedir luz a Jesucristo Señor Nuestro, y rogarle que nos ayude a descubrir, en cada instante, ese sentido divino que transforma nuestra vocación profesional en el quicio sobre el que se fundamenta y gira nuestra llamada a la santidad. En el Evangelio encontraréis que Jesús era conocido como faber, filius Mariae15, el obrero, el hijo de María: pues también nosotros, con orgullo santo, tenemos que demostrar con los hechos que ¡somos trabajadores!, ¡hombres y mujeres de labor!

Puesto que hemos de comportarnos siempre como enviados de Dios, debemos tener muy presente que no le servimos con lealtad cuando abandonamos nuestra tarea; cuando no compartimos con los demás el empeño y la abnegación en el cumplimiento de los compromisos profesionales; cuando nos puedan señalar como vagos, informales, frívolos, desordenados, perezosos, inútiles... Porque quien descuida esas obligaciones, en apariencia menos importantes, difícilmente vencerá en las otras de la vida interior, que ciertamente son más costosas. Quien es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho, y quien es injusto en lo poco, también lo es en lo mucho16.

La importancia de la lucha

Debo preveniros ante una asechanza, que no desdeña en emplear Satanás –¡ése no se toma vacaciones!–, para arrancarnos la paz. Quizá en algún instante se insinúa la duda, la tentación de pensar que se retrocede lamentablemente, o de que apenas se avanza; hasta cobra fuerza el convencimiento de que, no obstante el empeño por mejorar, se empeora. Os aseguro que, de ordinario, ese juicio pesimista refleja solo una falsa ilusión, un engaño que conviene rechazar. Suele suceder, en esos casos, que el alma se torna más atenta, la conciencia más fina, el amor más exigente; o bien, ocurre que la acción de la gracia ilumina con más intensidad, y saltan a los ojos tantos detalles que en una penumbra pasarían inadvertidos. Sea lo que fuere, hemos de examinar atentamente esas inquietudes, porque el Señor, con su luz, nos pide más humildad o más generosidad. Acordaos de que la Providencia de Dios nos conduce sin pausas, y no escatima su auxilio –con milagros portentosos y con milagros menudos– para sacar adelante a sus hijos.

Militia est vita hominis super terram, et sicut dies mercennarii, dies eius25, la vida del hombre sobre la tierra es milicia, y sus días transcurren con el peso del trabajo. Nadie escapa a este imperativo; tampoco los comodones que se resisten a enterarse: desertan de las filas de Cristo, y se afanan en otras contiendas para satisfacer su poltronería, su vanidad, sus ambiciones mezquinas; andan esclavos de sus caprichos.

Si la situación de lucha es connatural a la criatura humana, procuremos cumplir nuestras obligaciones con tenacidad, rezando y trabajando con buena voluntad, con rectitud de intención, con la mirada puesta en lo que Dios quiere. Así se colmarán nuestras ansias de Amor, y progresaremos en la marcha hacia la santidad, aunque al terminar la jornada comprobemos que todavía nos queda por recorrer mucha distancia.

Renovad cada mañana, con un serviam! decidido –¡te serviré, Señor!–, el propósito de no ceder, de no caer en la pereza o en la desidia, de afrontar los quehaceres con más esperanza, con más optimismo, bien persuadidos de que si en alguna escaramuza salimos vencidos podremos superar ese bache con un acto de amor sincero.

Notas
14

Eph VI, 6-7.

15

Mc VI, 3.

16

Lc XVI, 10.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
25

Job VII, 1.

Referencias a la Sagrada Escritura