Lista de puntos

Hay 2 puntos en «Amigos de Dios» cuya materia es Bautismo.

Preguntémonos de nuevo, en la presencia de Dios: Señor, ¿para qué nos has proporcionado este poder?; ¿por qué has depositado en nosotros esa facultad de escogerte o de rechazarte? Tú deseas que empleemos acertadamente esta capacidad nuestra. Señor, ¿qué quieres que haga?17. Y la respuesta diáfana, precisa: amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente18.

¿Lo veis? La libertad adquiere su auténtico sentido cuando se ejercita en servicio de la verdad que rescata, cuando se gasta en buscar el Amor infinito de Dios, que nos desata de todas las servidumbres. ¡Cada día aumentan mis ansias de anunciar a grandes voces esta insondable riqueza del cristiano: la libertad de la gloria de los hijos de Dios!19. Ahí se resume la «voluntad buena», que nos enseña a perseguir «el bien, después de distinguirlo del mal»20.

Me gustaría que meditaseis en un punto fundamental, que nos enfrenta con la responsabilidad de nuestra conciencia. Nadie puede elegir por nosotros: «he aquí el grado supremo de dignidad en los hombres: que por sí mismos, y no por otros, se dirijan hacia el bien»21. Muchos hemos heredado de nuestros padres la fe católica y, por gracia de Dios, desde que recibimos el Bautismo, apenas nacidos, comenzó en el alma la vida sobrenatural. Pero hemos de renovar a lo largo de nuestra existencia –y aun a lo largo de cada jornada– la determinación de amar a Dios sobre todas las cosas. «Es cristiano, digo verdadero cristiano, el que se somete al imperio del único Verbo de Dios»22, sin señalar condiciones a ese acatamiento, dispuesto a resistir la tentación diabólica con la misma actitud de Cristo: adorarás a tu Dios y Señor y a Él solo servirás23.

No nos ha creado el Señor para construir aquí una Ciudad definitiva9, porque «este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar»10. Sin embargo, los hijos de Dios no debemos desentendernos de las actividades terrenas, en las que nos coloca Dios para santificarlas, para impregnarlas de nuestra fe bendita, la única que trae verdadera paz, alegría auténtica a las almas y a los distintos ambientes. Esta ha sido mi predicación constante desde 1928: urge cristianizar la sociedad; llevar a todos los estratos de esta humanidad nuestra el sentido sobrenatural, de modo que unos y otros nos empeñemos en elevar al orden de la gracia el quehacer diario, la profesión u oficio. De esta forma, todas las ocupaciones humanas se iluminan con una esperanza nueva, que trasciende el tiempo y la caducidad de lo mundano.

Por el Bautismo, somos portadores de la palabra de Cristo, que serena, que enciende y aquieta las conciencias heridas. Y para que el Señor actúe en nosotros y por nosotros, hemos de decirle que estamos dispuestos a luchar cada jornada, aunque nos veamos flojos e inútiles, aunque percibamos el peso inmenso de las miserias personales y de la pobre personal debilidad. Hemos de repetirle que confiamos en Él, en su asistencia: si es preciso, como Abraham, contra toda esperanza11. Así, trabajaremos con renovado empeño, y enseñaremos a la gente a reaccionar con serenidad, libres de odios, de recelos, de ignorancias, de incomprensiones, de pesimismos, porque Dios todo lo puede.

Notas
17

Cfr. Act IX, 6.

18

Mt XXII, 37.

19

Rom VIII, 21.

20

S. Máximo Confesor, Capita de charitate, 2, 32 (PG 90, 995).

21

S. Tomás de Aquino, Super Epistolas S. Pauli lectura. Ad Romanos, cap. II, lect. III, 217 (ed. Marietti, Torino, 1953).

22

Orígenes, Contra Celsum, 8, 36 (PG 11, 1571).

23

Mt IV, 10.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
9

Cfr. Hebr XIII, 14.

10

Jorge Manrique, Coplas, V.

11

Rom IV, 18.

Referencias a la Sagrada Escritura