Lista de puntos

Hay 3 puntos en «Amigos de Dios» cuya materia es Dignidad humana  → desprendimiento.

No te estoy llevando hacia una dejación en el cumplimiento de tus deberes o en la exigencia de tus derechos. Al contrario, para cada uno de nosotros, de ordinario, una retirada en ese frente equivale a desertar cobardemente de la pelea para ser santos, a la que Dios nos ha llamado. Por eso, con seguridad de conciencia, has de poner empeño –especialmente en tu trabajo– para que ni a ti ni a los tuyos os falte lo conveniente para vivir con cristiana dignidad. Si en algún momento experimentas en tu carne el peso de la indigencia, no te entristezcas ni te rebeles; pero, insisto, procura emplear todos los recursos nobles para superar esa situación, porque obrar de otra forma sería tentar a Dios. Y mientras luchas, acuérdate además de que omnia in bonum!, todo –también la escasez, la pobreza– coopera al bien de los que aman al Señor22; acostúmbrate, ya desde ahora, a afrontar con alegría las pequeñas limitaciones, las incomodidades, el frío, el calor, la privación de algo que consideras imprescindible, el no poder descansar como y cuando quisieras, el hambre, la soledad, la ingratitud, la incomprensión, la deshonra...

Padre,... no los saques del mundo

Somos nosotros hombres de la calle, cristianos corrientes, metidos en el torrente circulatorio de la sociedad, y el Señor nos quiere santos, apostólicos, precisamente en medio de nuestro trabajo profesional, es decir, santificándonos en esa tarea, santificando esa tarea y ayudando a que los demás se santifiquen con esa tarea. Convenceos de que en ese ambiente os espera Dios, con solicitud de Padre, de Amigo; y pensad que con vuestro quehacer profesional realizado con responsabilidad, además de sosteneros económicamente, prestáis un servicio directísimo al desarrollo de la sociedad, aliviáis también las cargas de los demás y mantenéis tantas obras asistenciales –a nivel local y universal– en pro de los individuos y de los pueblos menos favorecidos.

El desprendimiento que predico, después de mirar a nuestro Modelo, es señorío; no clamorosa y llamativa pobretería, careta de la pereza y del abandono. Debes ir vestido de acuerdo con el tono de tu condición, de tu ambiente, de tu familia, de tu trabajo..., como tus compañeros, pero por Dios, con el afán de dar una imagen auténtica y atractiva de la verdadera vida cristiana. Con naturalidad, sin extravagancias: os aseguro que es mejor que pequéis por carta de más que por carta de menos. Tú, ¿cómo imaginas el porte de Nuestro Señor?, ¿no has pensado con qué dignidad llevaría aquella túnica inconsútil, que probablemente habrían tejido las manos de Santa María? ¿No recuerdas cómo, en casa de Simón, se lamenta porque no le han ofrecido agua para lavarse, antes de sentarse a la mesa?25. Ciertamente Él sacó a colación esa falta de urbanidad para realzar con esa anécdota la enseñanza de que en los detalles pequeños se muestra el amor, pero procura también dejar claro que se atiene a las costumbres sociales del ambiente. Por lo tanto, tú y yo nos esforzaremos en estar despegados de los bienes y de las comodidades de la tierra, pero sin salidas de tono ni hacer cosas raras.

Para mí, una manifestación de que nos sentimos señores del mundo, administradores fieles de Dios, es cuidar lo que usamos, con interés en que se conserve, en que dure, en que luzca, en que sirva el mayor tiempo posible para su finalidad, de manera que no se eche a perder. En los Centros del Opus Dei encontraréis una decoración sencilla, acogedora y, sobre todo, limpia, porque no hay que confundir una casa pobre con el mal gusto ni con la suciedad. Sin embargo, comprendo que tú, de acuerdo con tus posibilidades y con tus obligaciones sociales, familiares, poseas objetos de valor y los cuides, con espíritu de mortificación, con desprendimiento.

Notas
22

Cfr. Rom VIII, 28.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
25

Cfr. Lc VII, 36-50.

Referencias a la Sagrada Escritura