Lista de puntos

Hay 11 puntos en «Camino» cuya materia es Pasar oculto  → apostolado.

Sólo te preocupas de edificar tu cultura. —Y es preciso edificar tu alma. —Así trabajarás como debes, por Cristo: para que Él reine en el mundo hace falta que haya quienes, con la vista en el cielo, se dediquen prestigiosamente a todas las actividades humanas, y, desde ellas, ejerciten calladamente —y eficazmente— un apostolado de carácter profesional.

No pongas fácilmente de manifiesto la intimidad de tu apostolado: ¿no ves que el mundo está lleno de egoístas incomprensiones?

¡Siempre el espectáculo! —Me pides fotografías, gráficos, estadísticas.

—No te envío ese material, porque —me parece muy respetable la opinión contraria— creería luego que hacía una labor con vistas a encaramarme en la tierra..., y donde quiero encaramarme es en el cielo.

¿Brillar como una estrella..., ansia de altura y de lumbre encendida en el cielo?

Mejor: quemar, como una antorcha, escondido, pegando tu fuego a todo lo que tocas. —Este es tu apostolado: para eso estás en la tierra.

¡Galopar, galopar!... ¡Hacer, hacer!... Fiebre, locura de moverse... Maravillosos edificios materiales...

Espiritualmente: tablas de cajón, percalinas, cartones repintados... ¡galopar!, ¡hacer! —Y mucha gente corriendo: ir y venir.

Es que trabajan con vistas al momento de ahora: «están» siempre «en presente». —Tú... has de ver las cosas con ojos de eternidad, «teniendo en presente» el final y el pasado...

Quietud. —Paz. —Vida intensa dentro de ti. Sin galopar, sin la locura de cambiar de sitio, desde el lugar que en la vida te corresponde, como una poderosa máquina de electricidad espiritual, ¡a cuántos darás luz y energía!..., sin perder tu vigor y tu luz.

Quieres ser mártir. —Yo te pondré un martirio al alcance de la mano: ser apóstol y no llamarte apóstol, ser misionero —con misión— y no llamarte misionero, ser hombre de Dios y parecer hombre de mundo: ¡pasar oculto!

Es demasiada simplicidad la tuya cuando juzgas el valor de las empresas de apostolado por lo que de ellas se ve. —Con ese criterio habrías de preferir un quintal de carbón a un puñado de diamantes.

«Nonne cor nostrum ardens erat in nobis, dum loqueretur in via?» —¿Acaso nuestro corazón no ardía en nosotros cuando nos hablaba en el camino?

Estas palabras de los discípulos de Emaús debían salir espontáneas, si eres apóstol, de labios de tus compañeros de profesión, después de encontrarte a ti en el camino de su vida.

Si queréis entregaros a Dios en el mundo, antes que sabios —ellas no hace falta que sean sabias: basta que sean discretas1— habéis de ser espirituales, muy unidos al Señor por la oración: habéis de llevar un manto invisible que cubra todos y cada uno de vuestros sentidos y potencias: orar, orar y orar; expiar, expiar y expiar.

Los que, dejando la acción para otros, oran y sufren, no brillarán aquí, pero ¡cómo lucirá su corona en el Reino de la Vida! —¡Bendito sea el «apostolado del sufrimiento»!

Es verdad que he llamado a tu apostolado discreto, «silenciosa y operativa misión». —Y no tengo nada que rectificar.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
1

Cuando este libro fue escrito, en España las mujeres con estudios superiores eran la excepción, aunque el autor ya por entonces impulsaba a las que trataba a que, si se sentían atraídas por la vocación universitaria, la siguieran.