Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Camino» cuya materia es Madurez humana y sobrenatural.

Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: este lee la vida de Jesucristo.

Gravedad. —Deja esos meneos y carantoñas de mujerzuela o de chiquillo. —Que tu porte exterior sea reflejo de la paz y el orden de tu espíritu.

No digas: «Es mi genio así..., son cosas de mi carácter». Son cosas de tu falta de carácter: Sé varón —«esto vir».

No caigas en esa enfermedad del carácter que tiene por síntomas la falta de fijeza para todo, la ligereza en el obrar y en el decir, el atolondramiento...: la frivolidad, en una palabra.

Y la frivolidad —no lo olvides— que te hace tener esos planes de cada día tan vacíos («tan llenos de vacío»), si no reaccionas a tiempo —no mañana: ¡ahora!—, hará de tu vida un pelele muerto e inútil.

Te empeñas en ser mundano, frívolo y atolondrado porque eres cobarde. ¿Qué es, sino cobardía, ese no querer enfrentarte contigo mismo?

¡Qué modo tan trascendental de vivir las necedades vacías y qué manera de llegar a ser algo en la vida —subiendo, subiendo— a fuerza de «pesar poco», de no tener nada, ni en el cerebro ni en el corazón!

¿Por qué esas variaciones de carácter? ¿Cuándo fijarás tu voluntad en algo? —Deja tu afición a las primeras piedras y pon la última en uno solo de tus proyectos.

No me seas tan... susceptible. —Te hieres por cualquier cosa. —Se hace necesario medir las palabras para hablar contigo del asunto más insignificante.

No te molestes si te digo que eres... insoportable. —Mientras no te corrijas, nunca serás útil.

Cállate. —No me seas «niñoide», caricatura de niño, «correveidile», encizañador, soplón. —Con tus cuentos y tus chismes has entibiado la caridad: has hecho la peor labor, y... si acaso has removido —mala lengua— los muros fuertes de la perseverancia de otros, tu perseverancia deja de ser gracia de Dios, porque es instrumento traidor del enemigo.

Eres curioso y preguntón, oliscón y ventanero: ¿no te da vergüenza ser, hasta en los defectos, tan poco masculino? —Sé varón: y esos deseos de saber de los demás trócalos en deseos y realidades de propio conocimiento.

Tu espíritu de varón, rectilíneo y sencillo, se abruma al sentirse envuelto en enredos, dimes y diretes, que no acaba de explicarse y en los que nunca se quiso mezclar. —Pasa por la humillación que supone andar así en boca ajena, y procura que el escarmiento te dé más discreción.

Hombre: sé un poco menos ingenuo (aunque seas muy niño, y aun por serlo delante de Dios), y no me «pongas en berlina» a tus hermanos ante los extraños.

Referencias a la Sagrada Escritura