Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Camino» cuya materia es Virgen Santísima  → vida y prerrogativas.

Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. —Porque te da esto y lo otro. —Porque te han despreciado. —Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes.

Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. —Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. —Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso...

Dale gracias por todo, porque todo es bueno.

No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de meterte dentro de cada Sagrario cuando divises los muros o torres de las casas del Señor. —Él te espera.

No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de rezar a María Inmaculada una jaculatoria siquiera cuando pases junto a los lugares donde sabes que se ofende a Cristo.

¡Cómo gusta a los hombres que les recuerden su parentesco con personajes de la literatura, de la política, de la milicia, de la Iglesia!...

—Canta ante la Virgen Inmaculada, recordándole:

Dios te salve, María, hija de Dios Padre: Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo: Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más que tú, sólo Dios!

Di: Madre mía —tuya, porque eres suyo por muchos títulos—, que tu amor me ate a la Cruz de tu Hijo: que no me falte la Fe, ni la valentía, ni la audacia, para cumplir la voluntad de nuestro Jesús.

Todos los pecados de tu vida parece como si se pusieran de pie. —No desconfíes. —Por el contrario, llama a tu Madre Santa María, con fe y abandono de niño. Ella traerá el sosiego a tu alma.

María Santísima, Madre de Dios, pasa inadvertida, como una más entre las mujeres de su pueblo.

—Aprende de Ella a vivir con «naturalidad».

Cuando te preguntaron qué imagen de la Señora te daba más devoción, y contestaste —como quien lo tiene bien experimentado— que todas, comprendí que eras un buen hijo: por eso te parecen bien —me enamoran, dijiste— todos los retratos de tu Madre.

La Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, aquietará tu corazón, cuando te haga sentir que es de carne, si acudes a Ella con confianza.

La Virgen Dolorosa. Cuando la contemples, ve su Corazón: es una Madre con dos hijos, frente a frente: Él... y tú.

¿Veis con qué sencillez? —«Ecce ancilla!...» —Y el Verbo se hizo carne.

—Así obraron los santos: sin espectáculo. Si lo hubo, fue a pesar de ellos.

«Ne timeas, Maria!» —¡No temas, María!... —Se turbó la Señora ante el Arcángel.

—¡Para que yo quiera echar por la borda esos detalles de modestia, que son salvaguarda de mi pureza!

¡Oh Madre, Madre!: con esa palabra tuya —«fiat»— nos has hecho hermanos de Dios y herederos de su gloria. —¡Bendita seas!

Referencias a la Sagrada Escritura
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