Lista de puntos

¡Si supieras lo que vales!... —Es San Pablo quien te lo dice: has sido comprado «pretio magno» —a gran precio.

Y luego te dice: «glorificate et portate Deum in corpore vestro» —glorifica a Dios y llévale en tu cuerpo.

¿Tienes miedo a la penitencia?... A la penitencia, que te ayudará a obtener la Vida eterna. —En cambio, por conservar esta pobre vida de ahora, ¿no ves cómo los hombres se someten a las mil torturas de una cruenta operación quirúrgica?

Que la vida del hombre sobre la tierra es milicia, lo dijo Job hace muchos siglos.

—Todavía hay comodones que no se han enterado.

Si, por salvar una vida terrena, con aplauso de todos, empleamos la fuerza para evitar que un hombre se suicide..., ¿no vamos a poder emplear la misma coacción —la santa coacción— para salvar la Vida (con mayúscula) de muchos que se obstinan en suicidar idiotamente su alma?

¡Qué poco es una vida para ofrecerla a Dios!...

Sufres en esta vida de aquí..., que es un sueño... corto. —Alégrate: porque te quiere mucho tu Padre-Dios, y, si no pones obstáculos, tras este sueño malo, te dará un buen despertar.

Una mala noche, en una mala posada. —Así dicen que definió esta vida terrena la Madre Teresa de Jesús. —¿No es verdad que es comparación certera?

Siempre. —¡Para siempre! —Palabras manoseadas por el afán humano de prolongar —de eternizar— lo que es gustoso.

Palabras mentirosas, en la tierra, donde todo se acaba.

Esto de aquí es un continuo acabarse: aún no empieza el placer y ya se termina.

Si la vida no tuviera por fin dar gloria a Dios, sería despreciable, más aún: aborrecible.