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Hay 2 puntos en «Conversaciones» cuya materia es Institutos seculares .

¿Querría usted explicar la misión central y los objetivos del Opus Dei? ¿En qué precedentes basó usted sus ideas sobre la Asociación? ¿O es el Opus Dei algo único, totalmente nuevo dentro de la Iglesia y de la Cristiandad? ¿Se le puede comparar con las órdenes religiosas y con los institutos seculares o con asociaciones católicas del tipo, por ejemplo, de la Holy Name Society, los Caballeros de Colón, el Christopher Movement, etc.?

El Opus Dei se propone promover entre personas de todas las clases de la sociedad el deseo de la perfección cristiana en medio del mundo. Es decir, el Opus Dei pretende ayudar a las personas que viven en el mundo —al hombre corriente, al hombre de la calle—, a llevar una vida plenamente cristiana, sin modificar su modo normal de vida, ni su trabajo ordinario, ni sus ilusiones y afanes.

Por eso, en frase que escribí hace ya muchos años, se puede decir que el Opus Dei es viejo como el Evangelio y como el Evangelio nuevo. Es recordar a los cristianos las palabras maravillosas que se leen en el Génesis: que Dios creó al hombre para que trabajara. Nos hemos fijado en el ejemplo de Cristo, que se pasó la casi totalidad de su vida terrena trabajando como un artesano en una aldea. El trabajo no es sólo uno de los más altos de los valores humanos y medio con el que los hombres deben contribuir al progreso de la sociedad: es también camino de santificación.

¿A qué otras organizaciones podríamos compararlo? No es fácil encontrar una respuesta, pues al intentar comparar entre sí a organizaciones con fines espirituales se corre el riesgo de quedarse en rasgos externos o en denominaciones jurídicas, olvidando lo que es más importante: el espíritu que da vida y razón de ser a toda la labor.

Me limitaré a decirle que, con respecto a las que ha mencionado, está muy lejano de las órdenes religiosas y de los institutos seculares y más cercano de instituciones como la Holy Name Society.

El Opus Dei es una organización internacional de laicos, a la que pertenecen también sacerdotes seculares (una exigua minoría en comparación con el total de socios). Sus miembros son personas que viven en el mundo, en el que ejercen su profesión u oficio. Al acudir al Opus Dei no lo hacen para abandonar ese trabajo, sino al contrario buscando una ayuda espiritual con el fin de santificar su trabajo ordinario, convirtiéndolo también en medio para santificarse o para ayudar a los demás a santificarse. No cambian de estado —siguen siendo solteros, casados, viudos o sacerdotes—, sino que procuran servir a Dios y a los demás hombres dentro de su propio estado. Al Opus Dei no le interesan ni votos ni promesas, lo que pide de sus socios es que, en medio de las deficiencias y errores propios de toda vida humana, se esfuercen por practicar las virtudes humanas y cristianas, sabiéndose hijos de Dios.

Si se quiere buscar alguna comparación, la manera más fácil de entender el Opus Dei es pensar en la vida de los primeros cristianos. Ellos vivían a fondo su vocación cristiana; buscaban seriamente la perfección a la que estaban llamados por el hecho, sencillo y sublime, del Bautismo. No se distinguían exteriormente de los demás ciudadanos. Los socios del Opus Dei son personas comunes; desarrollan un trabajo corriente; viven en medio del mundo como lo que son: ciudadanos cristianos que quieren responder cumplidamente a las exigencias de su fe.

Permítame que insista en la cuestión de los Institutos seculares. He leído un estudio de un conocido canonista, el Dr. Julián Herranz, en que se afirma que algunos de esos institutos son secretos y que muchos otros prácticamente se identifican con las órdenes religiosas —utilizando hábitos, abandonando el trabajo profesional para dedicarse a los mismos fines a los que se dedican los religiosos, etc.—, hasta el punto de que sus miembros no tienen inconveniente en considerarse ellos mismos religiosos. ¿Qué piensa usted de este tema?

El trabajo sobre los Institutos seculares al que usted se refiere ha tenido efectivamente una amplia difusión entre los especialistas. El Dr. Herranz expresa, bajo su personal responsabilidad, una tesis bien documentada; sobre las conclusiones de ese trabajo, prefiero no hablar.

Sólo he de decirle que todo ese modo de proceder nada tiene que ver con el Opus Dei, que ni es secreto ni es en modo alguno comparable, ni por su labor ni por la vida de sus socios, con los religiosos, porque sus miembros —los del Opus Dei— son, como le acabo de decir, ciudadanos corrientes iguales a los otros ciudadanos, que ejercen libremente todas las profesiones y todas las tareas humanas honestas1.

Referencias a la Sagrada Escritura
Notas
1

Mons. Escrivá de Balaguer expresó repetidamente que el Opus Dei, de hecho, no era un instituto secular, como tampoco era una común asociación de fieles. Aunque en 1947 el Opus Dei fue aprobado como instituto secular, como la solución jurídica menos inadecuada para el Opus Dei en las normas jurídicas entonces vigentes en la Iglesia, Mons. Escrivá de Balaguer había pensado, ya desde muchos años antes, que la situación jurídica definitiva del Opus Dei estaba entre las estructuras seculares de jurisdicción personal, como es el caso de las prelaturas personales.