Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Forja» cuya materia es Eucaristía → vida eucarística .

Lucha para conseguir que el Santo Sacrificio del Altar sea el centro y la raíz de tu vida interior, de modo que toda la jornada se convierta en un acto de culto —prolongación de la Misa que has oído y preparación para la siguiente—, que se va desbordando en jaculatorias, en visitas al Santísimo, en ofrecimiento de tu trabajo profesional y de tu vida familiar…

Procura dar gracias a Jesús en la Eucaristía, cantando loores a Nuestra Señora, a la Virgen pura, la sin mancilla, la que trajo al mundo al Señor.

—Y, con audacia de niño, atrévete a decir a Jesús: mi lindo Amor, ¡bendita sea la Madre que te trajo al mundo!

De seguro que le agradas, y pondrá en tu alma más amor aún.

Agiganta tu fe en la Sagrada Eucaristía. —¡Pásmate ante esa realidad inefable!: tenemos a Dios con nosotros, podemos recibirle cada día y, si queremos, hablamos íntimamente con El, como se habla con el amigo, como se habla con el hermano, como se habla con el padre, como se habla con el Amor.

Si aquellos hombres, por un trozo de pan —aun cuando el milagro de la multiplicación sea muy grande—, se entusiasman y te aclaman, ¿qué deberemos hacer nosotros por los muchos dones que nos has concedido, y especialmente porque te nos entregas sin reserva en la Eucaristía?

Niño bueno: los amadores de la tierra ¡cómo besan las flores, la carta, el recuerdo del que aman!…

—Y tú, ¿podrás olvidarte alguna vez de que le tienes siempre a tu lado… ¡a El!? —¿Te olvidarás… de que le puedes comer?

Ha llegado el Adviento. ¡Qué buen tiempo para remozar el deseo, la añoranza, las ansias sinceras por la venida de Cristo!, ¡por su venida cotidiana a tu alma en la Eucaristía! —Ecce veniet! —¡que está al llegar!, nos anima la Iglesia.

Me gusta llamar ¡cárcel de amor! al Sagrario.

—Desde hace veinte siglos, está El ahí… ¡voluntariamente encerrado!, por mí, y por todos.

¡Sé alma de Eucaristía!

—Si el centro de tus pensamientos y esperanzas está en el Sagrario, hijo, ¡qué abundantes los frutos de santidad y de apostolado!

Acude perseverantemente ante el Sagrario, de modo físico o con el corazón, para sentirte seguro, para sentirte sereno: pero también para sentirte amado…, ¡y para amar!

Jesús se quedó en la Eucaristía por amor…, por ti.

—Se quedó, sabiendo cómo le recibirían los hombres… y cómo lo recibes tú.

—Se quedó, para que le comas, para que le visites y le cuentes tus cosas y, tratándolo en la oración junto al Sagrario y en la recepción del Sacramento, te enamores más cada día, y hagas que otras almas —¡muchas!— sigan igual camino.

Iremos a Jesús, al Tabernáculo, a conocerle, a digerir su doctrina, para entregar ese alimento a las almas.

"Luego tú eres rey"… —Sí, Cristo es el Rey, que no sólo te concede audiencia cuando lo deseas, sino que, en delirio de Amor, hasta abandona —¡ya me entiendes!— el magnífico palacio del Cielo, al que tú aún no puedes llegar, y te espera en el Sagrario.

—¿No te parece absurdo no acudir presuroso y con más constancia a hablar con El?

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura