Lista de puntos

Hay 6 puntos en «Forja» cuya materia es Generosidad → con Dios.

Es preciso ofrecer al Señor el sacrificio de Abel. Un sacrificio de carne joven y hermosa, lo mejor del rebaño: de carne sana y santa; de corazones que sólo tengan un amor: ¡Tú, Dios mío!; de inteligencias trabajadas por el estudio profundo, que se rendirán ante tu Sabiduría; de almas infantiles, que no pensarán más que en agradarte.

—Recibe, desde ahora, Señor, este sacrificio en olor de suavidad.

Hay que saber entregarse, arder delante de Dios como esa luz, que se pone sobre el candelero, para iluminar a los hombres que andan en tinieblas; como esas lamparillas que se queman junto al altar, y se consumen alumbrando hasta gastarse.

El Señor —Maestro de Amor— es un amante celoso que pide todo lo nuestro, todo nuestro querer. Espera que le ofrezcamos lo que tenemos, siguiendo el camino que a cada uno nos ha marcado.

Te pide Jesús oración… Lo ves claro.

—Sin embargo, ¡qué falta de correspondencia! Te cuesta mucho todo: eres como el niño que tiene pereza de aprender a andar. Pero en tu caso, no es sólo pereza. Es también miedo, falta de generosidad.

Ante el lienzo, con afanes de superación, exclamaba aquel artista: Señor, quiero colorearte treinta y ocho corazones, treinta y ocho ángeles rompiéndose siempre de amor por Ti: treinta y ocho maravillas bordadas en tu cielo, treinta y ocho soles en tu manto, treinta y ocho fuegos, treinta y ocho amores, treinta y ocho locuras, treinta y ocho alegrías…

Después, humilde, reconocía: eso es la imaginación y el deseo. La realidad son treinta y ocho figuras poco logradas que, más que dar satisfacción, mortifican la vista.

El Señor ha querido hacernos corredentores con El.

Por eso, para ayudarnos a comprender esta maravilla, mueve a los evangelistas a relatar tantos grandes prodigios. El podía sacar el pan de donde le pareciera…, ¡pues, no! Busca la cooperación humana: necesita de un niño, de un muchacho, de unos trozos de pan y de unos peces.

—Le hacemos falta tú y yo, ¡y es Dios! —Esto nos ha de urgir a ser generosos, en nuestra correspondencia a sus gracias.