Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Forja» cuya materia es Gracia divina  → correspondencia a la gracia.

¡Qué deuda la tuya con tu Padre-Dios! —Te ha dado el ser, la inteligencia, la voluntad…; te ha dado la gracia: el Espíritu Santo; Jesús, en la Hostia; la filiación divina; la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra; te ha dado la posibilidad de participar en la Santa Misa y te concede el perdón de tus pecados, ¡tantas veces su perdón!; te ha dado dones sin cuento, algunos extraordinarios…

—Dime, hijo: ¿cómo has correspondido?, ¿cómo correspondes?

Acercarse un poco más a Dios quiere decir estar dispuesto a una nueva conversión, a una nueva rectificación, a escuchar atentamente sus inspiraciones —los santos deseos que hace brotar en nuestras almas—, y a ponerlos por obra.

¡Cuánta villanía en mi conducta, y cuánta infidelidad a la gracia!

—Madre mía, Refugio de pecadores, ruega por mí; que nunca más entorpezca la obra de Dios en mi alma.

¡Tan cerca de Cristo, tantos años, y… tan pecador!

—La intimidad de Jesús contigo, ¿no te arranca sollozos?

Lázaro resucitó porque oyó la voz de Dios: y enseguida quiso salir de aquel estado. Si no hubiera "querido" moverse, habría muerto de nuevo.

Propósito sincero: tener siempre fe en Dios; tener siempre esperanza en Dios; amar siempre a Dios…, que nunca nos abandona, aunque estemos podridos como Lázaro.

¡Dios sea bendito!, te decías después de acabar tu Confesión sacramental. Y pensabas: es como si volviera a nacer.

Luego, proseguiste con serenidad: «Domine, quid me vis facere?» —Señor, ¿qué quieres que haga?

—Y tú mismo te diste la respuesta: con tu gracia, por encima de todo y de todos, cumpliré tu Santísima Voluntad: «serviam!» —¡te serviré sin condiciones!

Jesús nació en una gruta de Belén, dice la Escritura, "porque no hubo lugar para ellos en el mesón".

—No me aparto de la verdad teológica, si te digo que Jesús está buscando todavía posada en tu corazón.

Es verdad que tú no pones nada de tu parte, que en tu alma todo lo hace Dios.

—Pero que, desde el punto de vista de tu correspondencia, no sea así.

Sabes que no te faltará la gracia de Dios, porque te ha escogido desde la eternidad. Y, si te ha tratado así, te concederá todos los auxilios, para que le seas fiel, como hijo suyo.

—Camina, pues, con seguridad y con correspondencia actual.

Me comentabas, todavía indeciso: ¡cómo se notan esos tiempos en los que el Señor me pide más!

—Sólo se me ocurrió recordarte: me asegurabas que únicamente querías identificarte con El, ¿por qué te resistes?

Te pide Jesús oración… Lo ves claro.

—Sin embargo, ¡qué falta de correspondencia! Te cuesta mucho todo: eres como el niño que tiene pereza de aprender a andar. Pero en tu caso, no es sólo pereza. Es también miedo, falta de generosidad.

Ante el inmenso panorama de almas que nos espera, ante esa preciosa y tremenda responsabilidad, quizá se te ocurra pensar lo mismo que a veces pienso yo: ¿conmigo, toda esa labor?, ¿conmigo, que soy tan poca cosa?

—Hemos de abrir entonces el Evangelio, y contemplar cómo Jesús cura al ciego de nacimiento: con barro hecho de polvo de la tierra y de saliva. ¡Y ése es el colirio que da la luz a unos ojos ciegos!

Eso somos tú y yo. Con el conocimiento de nuestra flaqueza, de nuestro ningún valer, pero —con la gracia de Dios y nuestra buena voluntad— ¡somos colirio!, para iluminar, para prestar nuestra fortaleza a los demás y a nosotros mismos.

Referencias a la Sagrada Escritura
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