Lista de puntos

Hay 6 puntos en «Forja» cuya materia es Iglesia → unidad.

Algunos hacen sólo lo que está en las manos de unas pobres criaturas, y pierden el tiempo. Se repite a la letra la experiencia de Pedro: «Præceptor, per totam noctem laborantes nihil cepimus!» —Maestro, hemos trabajado toda la noche, y no hemos pescado nada.

Si trabajan por su cuenta, sin unidad con la Iglesia, sin la Iglesia, ¿qué eficacia tendrá ese apostolado?: ¡ninguna!

—Han de persuadirse de que, ¡por su cuenta!, nada podrán. Tú has de ayudarles a continuar escuchando el relato evangélico: «in verbo autem tuo laxabo rete» —fiado en tu palabra, lanzaré la red. Entonces la pesca será abundante y eficaz.

—¡Qué bonito es rectificar, cuando se ha hecho, por cualquier motivo, un apostolado por cuenta propia!

Persuádete, hijo, de que desunirse, en la Iglesia, es morir.

Pide a Dios que en la Iglesia Santa, nuestra Madre, los corazones de todos, como en la primitiva cristiandad, sean un mismo corazón, para que hasta el final de los siglos se cumplan de verdad las palabras de la Escritura: «multitudinis autem credentium erat cor unum et anima una» —la multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma.

—Te hablo muy seriamente: que por ti no se lesione esta unidad santa. ¡Llévalo a tu oración!

Ofrece la oración, la expiación y la acción por esta finalidad: «ut sint unum!» —para que todos los cristianos tengamos una misma voluntad, un mismo corazón, un mismo espíritu: para que «omnes cum Petro ad Iesum per Mariam!» —que todos, bien unidos al Papa, vayamos a Jesús, por María.

Rechaza el nacionalismo, que dificulta la comprensión y la convivencia: es una de las barreras más perniciosas de muchos momentos históricos.

Y recházalo con más fuerza —porque sería más nocivo—, si se pretende llevar al Cuerpo de la Iglesia, que es donde más ha de resplandecer la unión de todo y de todos en el amor a Jesucristo.

Dios está metido en el centro de tu alma, de la mía, y en la de todos los hombres en gracia. Y está para algo: para que tengamos más sal, y para que adquiramos mucha luz, y para que sepamos repartir esos dones de Dios, cada uno desde su puesto.

¿Y cómo podremos repartir esos dones de Dios? Con humildad, con piedad, bien unidos a nuestra Madre la Iglesia.

—¿Te acuerdas de la vid y de los sarmientos? ¡Qué fecundidad la del sarmiento unido a la vid! ¡Qué racimos generosos! ¡Y qué esterilidad la del sarmiento separado, que se seca y pierde la vida!

Referencias a la Sagrada Escritura
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