Lista de puntos

Hay 9 puntos en «Forja» cuya materia es Mundo → santificación del mundo.

El mundo vive de la mentira; y hace veinte siglos que vino la Verdad a los hombres.

—¡Hay que decir la verdad!, y a eso hemos de ir los hijos de Dios. Cuando los hombres se acostumbren a proclamarla y a oírla, habrá más comprensión en esta tierra nuestra.

Por la enseñanza paulina, sabemos que hemos de renovar el mundo en el espíritu de Jesucristo, que hemos de colocar al Señor en lo alto y en la entraña de todas las cosas.

—¿Piensas tú que lo estás cumpliendo en tu oficio, en tu tarea profesional?

Ningún hijo de la Iglesia Santa puede vivir tranquilo, sin experimentar inquietud ante las masas despersonalizadas: rebaño, manada, piara, escribí en alguna ocasión. ¡Cuántas pasiones nobles hay, en su aparente indiferencia! ¡Cuántas posibilidades!

Es necesario servir a todos, imponer las manos a cada uno —«singulis manus imponens», como hacía Jesús—, para tornarlos a la vida, para iluminar sus inteligencias y robustecer sus voluntades, ¡para que sean útiles!

Decídete a encender el mundo —puedes— en amores limpios, para hacer dichosa a la humanidad entera, acercándola de verdad a Dios.

«Qui sunt isti, qui ut nubes volant, et quasi columbæ ad fenestras suas?» —¿quiénes son ésos que vuelan como nubes, como las palomas hacia sus nidos?, pregunta el Profeta. Y comenta un autor: "las nubes traen su origen del mar y de los ríos, y después de una circulación o carrera más o menos larga, vuelven otra vez a su fuente".

Y te añado: así has de ser tú: nube que fecunde el mundo, haciéndole vivir vida de Cristo… Estas aguas divinas bañarán —empapándolas— las entrañas de la tierra; y, en lugar de ensuciarse, se filtrarán al atravesar tanta impureza, y manarán fuentes limpísimas, que luego serán arroyos y ríos inmensos para saciar la sed de la humanidad. —Después, retírate a tu Refugio, a tu Mar inmenso, a tu Dios, sabiendo que seguirán madurando más frutos, con el riego sobrenatural de tu apostolado, con la fecundidad de las aguas de Dios, que durarán hasta el fin de los tiempos.

Para que este mundo nuestro vaya por un cauce cristiano —el único que merece la pena—, hemos de vivir una leal amistad con los hombres, basada en una previa leal amistad con Dios.

Con obras de servicio, podemos preparar al Señor un triunfo mayor que el de su entrada en Jerusalén… Porque no se repetirán las escenas de Judas, ni la del Huerto de los Olivos, ni aquella noche cerrada… ¡Lograremos que arda el mundo en las llamas del fuego que vino a traer a la tierra!… Y la luz de la Verdad —nuestro Jesús— iluminará las inteligencias en un día sin fin.

Esfuérzate en llevar tu sentido cristiano al mundo, para que haya muchos amigos de la Cruz.

Te aseguro que, si los hijos de Dios queremos, contribuiremos poderosamente a iluminar el trabajo y la vida de los hombres, con el resplandor divino —¡eterno!— que el Señor ha querido depositar en nuestras almas.

—Pero "quien dice que mora en Jesús, debe seguir el camino que El siguió", como enseña San Juan: camino que conduce siempre a la gloria, pasando —siempre también— a través del sacrificio.

Referencias a la Sagrada Escritura
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