Lista de puntos

Hay 8 puntos en «Forja» cuya materia es Virtudes → humanas.

Has de tener la mesura, la fortaleza, el sentido de responsabilidad que adquieren muchos a la vuelta de los años, con la vejez. Alcanzarás todo esto, siendo joven, si no me pierdes el sentido sobrenatural de hijo de Dios: porque El te dará, más que a los ancianos, esas condiciones convenientes para hacer tu labor de apóstol.

Con tu vida de piedad, aprenderás a practicar las virtudes propias de tu condición de hijo de Dios, de cristiano.

—Y junto a estas virtudes, adquirirás toda esa gama de valores espirituales, que parecen pequeños y son grandes; piedras preciosas que brillan, que hemos de recoger por el camino, para llevarlas a los pies del Trono de Dios, en servicio de los hombres: la sencillez, la alegría, la lealtad, la paz, las menudas renuncias, los servicios que pasan inadvertidos, el fiel cumplimiento del deber, la amabilidad…

¡No me seas comodón! No esperes el año nuevo para tomar resoluciones: todos los días son buenos para las decisiones buenas. «Hodie, nunc!» —¡Hoy, ahora!

Suelen ser unos pobres derrotistas los que esperan el año nuevo para comenzar…, porque, además, luego… ¡no comienzan!

Fomenta tus cualidades nobles, humanas. Pueden ser el comienzo del edificio de tu santificación. A la vez, recuerda que —como ya te he dicho en otra ocasión— en el servicio de Dios hay que quemarlo todo, hasta el "qué dirán", hasta eso que llaman reputación, si es necesario.

Trabaja con alegría, con paz, con presencia de Dios.

—De esta manera realizarás tu tarea, además, con sentido común: llegarás hasta el final aunque te rinda el cansancio, la acabarás bien…, y tus obras agradarán a Dios.

Me hirió la condescendencia —la transigencia y la intransigencia— de aquel varón doctísimo y santo, que decía: a todo me avengo, menos a ofender a Dios.

¡Señor!, le asegurabas, me gusta ser agradecido; quiero serlo siempre con todos.

—Pues, mira: no eres una piedra…, ni un alcornoque…, ni un mulo. No perteneces a esos seres, que cumplen su fin aquí abajo. Y esto, porque Dios quiso hacerte hombre o mujer —hijo suyo—…, y te ama «in caritate perpetua» —con amor eterno.

—¿Te gusta ser agradecido?: ¿vas a hacer una excepción con el Señor? —Procura que tu hacimiento de gracias, diario, salga impetuoso de tu corazón.

Me has oído hablar muchas veces del apostolado «ad fidem».

No he cambiado de opinión: ¡qué maravilloso campo de trabajo nos espera en todo el mundo, con los que no conocen la verdadera fe y, sin embargo, son nobles, generosos y alegres!