Lista de puntos
No confundas la serenidad con la pereza, con el abandono, con el retraso en las decisiones o en el estudio de los asuntos.
La serenidad se complementa siempre con la diligencia, virtud necesaria para considerar y resolver, sin demora, las cuestiones pendientes.
¿Planificarlo todo? —¡Todo!, me has dicho. —De acuerdo; es necesario ejercitar la prudencia, pero ten en cuenta que las empresas humanas, arduas u ordinarias, conservan siempre un margen de imprevistos…, y que un cristiano, además, no debe cerrar el paso a la esperanza, ni prescindir de la Providencia divina.
¡Siente siempre y en todo con la Iglesia! —Adquiere, por eso, la formación espiritual y doctrinal necesaria, que te haga persona de recto criterio en tus opciones temporales, pronto y humilde para rectificar, cuando adviertas que te equivocas.
—La noble rectificación de los errores personales es un modo, muy humano y muy sobrenatural, de ejercitar la personal libertad.
No es posible comentar sucesos o doctrinas sin referirse a personas…, a las que no juzgas: «qui iudicat Dominus est» —es Dios quien juzga.
—No te preocupes, pues, si alguna vez chocas con un interlocutor sin recta conciencia, que —por mala fe o por falta de criterio— califica tus palabras de murmuración.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/forja/295/ (09/05/2024)