Lista de puntos

Hay 12 puntos en «Forja» cuya materia es Purificación.

Estamos, Señor, gustosamente en tu mano llagada. ¡Apriétanos fuerte!, ¡estrújanos!, ¡que perdamos toda la miseria terrena!, ¡que nos purifiquemos, que nos encendamos, que nos sintamos empapados en tu Sangre!

—Y luego, ¡lánzanos lejos!, lejos, con hambres de mies, a una siembra cada día más fecunda, por Amor a Ti.

Pide al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y a tu Madre, que te hagan conocerte y llorar por ese montón de cosas sucias que han pasado por ti, dejando —¡ay!— tanto poso… —Y a la vez, sin querer apartarte de esa consideración, dile: dame, Jesús, un Amor como hoguera de purificación, donde mi pobre carne, mi pobre corazón, mi pobre alma, mi pobre cuerpo se consuman, limpiándose de todas las miserias terrenas… Y, ya vacío todo mi yo, llénalo de Ti: que no me apegue a nada de aquí abajo; que siempre me sostenga el Amor.

Suplica al Señor su gracia, para purificarte con Amor… y con la penitencia constante.

Cuando aquel sacerdote, nuestro amigo, firmaba "el pecador", lo hacía convencido de escribir la verdad.

—¡Dios mío, purifícame también a mí!

Cristo clavado en la Cruz, ¿y tú?…: ¡todavía metido sólo en tus gustos!; me corrijo: ¡clavado por tus gustos!

No seamos —¡no podemos ser!— cristianos dulzones: en la tierra tiene que haber dolor y Cruz.

En esta vida nuestra hay que contar con la Cruz. El que no cuenta con la Cruz no es cristiano…, y no podrá evitar el encuentro con "su cruz", en la que se desesperará.

Ahora que la Cruz es seria, de peso, Jesús arregla las cosas de modo que nos colma de paz: se hace Cirineo nuestro, para que la carga resulte ligera.

Dile, entonces, lleno de confianza: Señor, ¿qué Cruz es ésta? Una Cruz sin cruz. De ahora en adelante, con tu ayuda, conociendo la fórmula de abandonarme en Ti, serán así siempre todas mis cruces.

Reafirma en tu alma el antiguo propósito de aquel amigo: Señor, quiero el sufrimiento, no el espectáculo.

Tener la Cruz, es tener la alegría: ¡es tenerte a Ti, Señor!

Lo que verdaderamente hace desgraciada a una persona —e incluso a una sociedad entera— es esa búsqueda, ansiosa y egoísta, de bienestar: ese intento de eliminar todo lo que contraría.

El camino del Amor se llama Sacrificio.

Referencias a la Sagrada Escritura