Lista de puntos
Si tienes presencia de Dios, por encima de la tempestad que ensordece, en tu mirada brillará siempre el sol; y, por debajo del oleaje tumultuoso y devastador, reinarán en tu alma la calma y la serenidad.
No confundas la serenidad con la pereza, con el abandono, con el retraso en las decisiones o en el estudio de los asuntos.
La serenidad se complementa siempre con la diligencia, virtud necesaria para considerar y resolver, sin demora, las cuestiones pendientes.
Ante las acusaciones que consideramos injustas, examinemos nuestra conducta, delante de Dios, «cum gaudio et pace» —con alegre serenidad, y rectifiquemos, aunque se trate de cosas inocentes, si la caridad nos lo aconseja.
—Luchemos por ser santos, cada día más: y, luego, "que digan", siempre que a esos dichos se les pueda aplicar aquella bienaventuranza: «beati estis cum… dixerint omne malum adversus vos mentientes propter me» —bienaventurados seréis cuando os calumnien por mi causa.
Intrigas, interpretaciones miserables —cortadas a medida del corazón villano que interpreta—, susurraciones cobardes… —Es una escena desgraciadamente repetida en los distintos ambientes: ni trabajan, ni dejan trabajar.
Medita despacio aquellos versos del salmo: "Dios mío, he llegado a ser extraño para mis hermanos, y forastero para los hijos de mi madre. Porque el celo de tu casa me devoró, y los oprobios de los que te ultrajan cayeron sobre mí"…, y continúa trabajando.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/forja/336/ (05/05/2024)