Lista de puntos

Hay 10 puntos en «Forja» cuya materia es Unidad.

Si sabes querer a los demás y difundes ese cariño —caridad de Cristo, fina, delicada— entre todos, os apoyaréis unos a otros: y el que vaya a caer se sentirá sostenido —y urgido— con esa fortaleza fraterna, para ser fiel a Dios.

Escucha de labios de Jesús aquella parábola que relata San Juan en su Evangelio: Ego sum vitis, vos palmites —Yo soy la vid; vosotros, los sarmientos.

Ya tienes en la imaginación, en el entendimiento, la parábola entera. Y ves que un sarmiento separado de la cepa, de la vid, no sirve para nada, no se llenará de fruto, correrá la suerte de un palo seco, que pisarán los hombres o las bestias, o que se echará al fuego…

—Tú eres el sarmiento: deduce todas las consecuencias.

Los sarmientos, unidos a la vid, maduran y dan frutos.

—¿Qué hemos de hacer tú y yo? Estar muy pegados, por medio del Pan y de la Palabra, a Jesucristo, que es nuestra vid…, diciéndole palabras de cariño a lo largo de todo el día. Los enamorados hacen así.

Piensa en tu Madre la Iglesia Santa, y considera que, si un miembro se resiente, todo el cuerpo se resiente.

—Tu cuerpo necesita de cada uno de los miembros, pero cada uno de los miembros necesita del cuerpo entero. —¡Ay, si mi mano dejara de cumplir su deber…, o si dejara de latir el corazón!

Querría —ayúdame con tu oración— que, en la Iglesia Santa, todos nos sintiéramos miembros de un solo cuerpo, como nos pide el Apóstol; y que viviéramos a fondo, sin indiferencias, las alegrías, las tribulaciones, la expansión de nuestra Madre, una, santa, católica, apostólica, romana.

Querría que viviésemos la identidad de unos con otros, y de todos con Cristo.

Persuádete, hijo, de que desunirse, en la Iglesia, es morir.

Rechaza el nacionalismo, que dificulta la comprensión y la convivencia: es una de las barreras más perniciosas de muchos momentos históricos.

Y recházalo con más fuerza —porque sería más nocivo—, si se pretende llevar al Cuerpo de la Iglesia, que es donde más ha de resplandecer la unión de todo y de todos en el amor a Jesucristo.

Si falta la piedad —ese lazo que nos ata a Dios fuertemente y, por El, a los demás, porque en los demás vemos a Cristo—, es inevitable la desunión, con la pérdida de todo espíritu cristiano.

Lejos físicamente y, sin embargo, muy cerca de todos: ¡muy cerca de todos!…, repetías feliz.

Estabas contento, gracias a esa comunión de caridad, de que te hablé, que has de avivar sin cansancio.

A veces, se pierde el cincuenta por ciento de la actividad en luchas intestinas, que tienen por fundamento la ausencia de la caridad, y los cuentos y los chismes entre hermanos. De otra parte, un veinticinco por ciento de la actividad se pierde en levantar edificios innecesarios para el apostolado. No se ha de consentir jamás la murmuración y no se ha de perder el tiempo en edificar tantas casas, y así las personas serán apóstoles cien por cien.

Referencias a la Sagrada Escritura
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