Lista de puntos

Hay 6 puntos en «Forja» cuya materia es Comunión de los Santos.

El que deja de luchar causa un mal a la Iglesia, a su empresa sobrenatural, a sus hermanos, a todas las almas.

—Examínate: ¿no puedes poner más vibración de amor a Dios, en tu pelea espiritual? —Yo rezo por ti… y por todos. Haz tú lo mismo.

Me decías: "me veo, no sólo incapaz de ir adelante en el camino, sino incapaz de salvarme —¡pobre alma mía!—, sin un milagro de la gracia. Estoy frío y —peor— como indiferente: igual que si fuera un espectador de «mi caso», a quien nada importara lo que contempla. ¿Serán estériles estos días?

Y, sin embargo, mi Madre es mi Madre, y Jesús es —¿me atrevo?— ¡mi Jesús! Y hay almas santas, ahora mismo, pidiendo por mí".

—Sigue andando de la mano de tu Madre, te repliqué, y "atrévete" a decirle a Jesús que es tuyo. Por su bondad, El pondrá luces claras en tu alma.

Qué bonita oración, para que la repitas con frecuencia, la de aquel amigo que pedía por un sacerdote encarcelado por odio a la religión: "Dios mío, consuélale, porque sufre persecución por Ti. ¡Cuántos sufren, porque te sirven!"

—¡Qué alegría da la Comunión de los Santos!

La labor de nuestra santificación personal repercute en la santidad de tantas almas y en la de la Iglesia de Dios.

Sobre ti recae —a pesar de tus pasiones— la responsabilidad de la santidad, de la vida cristiana de los demás, de la eficacia de los otros.

Tú no eres una pieza aislada. Si te paras, ¡a cuántos puedes detener o perjudicar!

Recuerda con constancia que tú colaboras en la formación espiritual y humana de los que te rodean, y de todas las almas —hasta ahí llega la bendita Comunión de los Santos—, en cualquier momento: cuando trabajas y cuando descansas; cuando se te ve alegre o preocupado; cuando en tu tarea o en medio de la calle haces tu oración de hijo de Dios, y trasciende al exterior la paz de tu alma; cuando se nota que has sufrido —que has llorado—, y sonríes.