Lista de puntos

Hay 10 puntos en «Forja» cuya materia es Doctrina → necesidad de tener buena doctrina .

Humildad y obediencia son condiciones indispensables para recibir la buena doctrina.

Cuando hables de las virtudes teologales, de la fe, de la esperanza, del amor, piensa que, antes que para teorizar, son virtudes para vivir.

Aquel joven sacerdote solía dirigirse a Jesús, con las palabras de los Apóstoles: edissere nobis parabolam —explícanos la parábola. Y añadía: Maestro, mete en nuestras almas la claridad de tu doctrina, para que nunca falte en nuestras vidas y en nuestras obras…, y para que la podamos dar a los demás.

—Díselo tú también al Señor.

Ten siempre el valor, que es humildad y servicio de Dios, de presentar las verdades de la fe tal como son, sin cesiones ni ambigüedades.

«Coepit facere et docere» —comenzó Jesús a hacer y luego a enseñar: tú y yo hemos de dar el testimonio del ejemplo, porque no podemos llevar una doble vida: no podemos enseñar lo que no practicamos. En otras palabras, hemos de enseñar lo que, por lo menos, luchamos por practicar.

¡Siente siempre y en todo con la Iglesia! —Adquiere, por eso, la formación espiritual y doctrinal necesaria, que te haga persona de recto criterio en tus opciones temporales, pronto y humilde para rectificar, cuando adviertas que te equivocas.

—La noble rectificación de los errores personales es un modo, muy humano y muy sobrenatural, de ejercitar la personal libertad.

Urge difundir la luz de la doctrina de Cristo.

Atesora formación, llénate de claridad de ideas, de plenitud del mensaje cristiano, para poder después transmitirlo a los demás.

—No esperes unas iluminaciones de Dios, que no tiene por qué darte, cuando dispones de medios humanos concretos: el estudio, el trabajo.

No cabe separar la semilla de la doctrina de la semilla de la piedad.

Tu labor de sembrador de doctrina podrá evitar los microbios que la hagan ineficaz, sólo si eres piadoso.

Iremos a Jesús, al Tabernáculo, a conocerle, a digerir su doctrina, para entregar ese alimento a las almas.

La predicación, la predicación de Cristo "Crucificado", es la palabra de Dios.

Los sacerdotes han de prepararse lo mejor que puedan, antes de ejercer tan divino ministerio, buscando la salvación de las almas.

Los seglares han de escuchar con respeto especialísimo.

Referencias a la Sagrada Escritura
Referencias a la Sagrada Escritura