Lista de puntos

Las ansias de reparación, que pone tu Padre Dios en tu alma, se verán satisfechas, si unes tu pobre expiación personal a los méritos infinitos de Jesús.

—Rectifica la intención, ama el dolor en El, con El y por El.

Une el dolor —la Cruz exterior o interior— con la Voluntad de Dios, por medio de un «fiat!» generoso, y te llenarás de gozo y de paz.

En esta forja de dolor que acompaña la vida de todas las personas que aman, el Señor nos enseña que quien pisa sin miedo —aunque cueste— donde pisa el Maestro, encuentra la alegría.

¡Cómo amaba la Voluntad de Dios aquella enferma a la que atendí espiritualmente!: veía en la enfermedad, larga, penosa y múltiple (no tenía nada sano), la bendición y las predilecciones de Jesús: y, aunque afirmaba en su humildad que merecía castigo, el terrible dolor que en todo su organismo sentía no era un castigo, era una misericordia.

—Hablamos de la muerte. Y del Cielo. Y de lo que había de decir a Jesús y a Nuestra Señora… Y de cómo desde allí "trabajaría" más que aquí… Quería morir cuando Dios quisiera…, pero —exclamaba, llena de gozo— ¡ay, si fuera hoy mismo! Contemplaba la muerte con la alegría de quien sabe que, al morir, se va con su Padre.

Ante el dolor y la persecución, decía un alma con sentido sobrenatural: "¡prefiero que me peguen aquí, a que me peguen en el purgatorio!"