Lista de puntos
¡Otra vez a tus antiguas locuras!… Y luego, cuando vuelves, te notas con poca alegría, porque te falta humildad.
Parece que te obstinas en desconocer la segunda parte de la parábola del hijo pródigo, y todavía sigues apegado a la pobre felicidad de las bellotas. Soberbiamente herido por tu fragilidad, no te decides a pedir perdón, y no consideras que, si te humillas, te espera la jubilosa acogida de tu Padre Dios, la fiesta por tu regreso y por tu recomienzo.
¿Optimismo?, ¡siempre! También cuando las cosas salen aparentemente mal: quizá es ésa la hora de romper a cantar, con un Gloria, porque te has refugiado en El, y de El no te puede venir más que el bien.
¡Qué grandes deseos te consumen de resellar la entrega que hiciste en su momento: saberte y vivir como hijo de Dios!
—Pon en las manos del Señor tus muchas miserias e infidelidades. También, porque es el único modo de aliviar su peso.
Antes eras pesimista, indeciso y apático. Ahora te has transformado totalmente: te sientes audaz, optimista, seguro de ti mismo…, porque al fin te has decidido a buscar tu apoyo sólo en Dios.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/surco/1279/ (02/05/2024)