Lista de puntos
El mundo nos espera. ¡Sí!, amamos apasionadamente este mundo porque Dios así nos lo ha enseñado: «sic Deus dilexit mundum…» —así Dios amó al mundo; y porque es el lugar de nuestro campo de batalla —una hermosísima guerra de caridad—, para que todos alcancemos la paz que Cristo ha venido a instaurar.
Ese encanto inconcreto y placentero del mundo…, tan constante. Las flores del camino —te atraen sus colores y sus aromas…—; las aves del cielo; las criaturas todas…
—¡Pobre hijo mío!: es razonable. De otro modo, si no te fascinaran, ¿qué sacrificio ibas a ofrecer a Nuestro Señor?
Hay quien vive con amargura todo el día. Todo le causa desasosiego. Duerme con una obsesión física: que esa única evasión posible le va a durar poco. Despierta con la impresión hostil y descorazonadora de que ya tiene ahí otra jornada por delante.
Se han olvidado muchos de que el Señor nos ha colocado, en este mundo, de paso hacia la felicidad eterna; y no piensan que sólo podrán alcanzarla los que caminen, por la tierra, con la alegría de los hijos de Dios.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/surco/1749/ (08/05/2024)