Lista de puntos

Hay 7 puntos en «Surco» cuya materia es Autoridad.

Orden, autoridad, disciplina… —Escuchan, ¡si escuchan!, y se sonríen cínicamente, alegando —ellas y ellos— que defienden su libertad.

Son los mismos que luego pretenden que respetemos o que nos acomodemos a sus descaminos; no comprenden —¡qué protestas tan chabacanas!— que sus modales no sean —¡no pueden ser!— aceptados por la auténtica libertad de los demás.

Autoridad. —No consiste en que el de arriba “grite” al inferior, y éste al de más abajo.

Con ese criterio —caricatura de la autoridad—, aparte de la evidente falta de caridad y de corrección humana, sólo se consigue que quien hace cabeza se vaya alejando de los gobernados, porque no les sirve: ¡todo lo más, los usa!

Fatuos y soberbios se demuestran todos aquéllos que abusan de su situación de privilegio —dada por el dinero, por el linaje, por el grado, por el cargo, por la inteligencia…—, para humillar a los menos afortunados.

La indulgencia es proporcional a la autoridad. Un simple juez ha de condenar —quizá reconociendo los atenuantes— al reo convicto y confeso. El poder soberano de un país, algunas veces, concede una amnistía o un indulto. Al alma contrita, Dios la perdona siempre.

No te enfades: muchas veces un comportamiento irresponsable denota falta de cabeza o de formación, más que carencia de buen espíritu.

Necesario será exigir a los maestros, a los directores, que colmen esas lagunas con su cumplimiento responsable del deber.

—Necesario será que te examines…, si ocupas tú uno de esos puestos.

Los hombres mediocres, mediocres en cabeza y en espíritu cristiano, cuando se alzan en autoridad, se rodean de necios: su vanidad les persuade, falsamente, de que así nunca perderán el dominio.

Los discretos, en cambio, se rodean de doctos —que añadan al saber la limpieza de vida—, y los transforman en hombres de gobierno. No les engaña su humildad, pues —al engrandecer a los demás— se engrandecen ellos.

¿Constituido en autoridad, y obras por el qué dirán los hombres? —¡Vejestorio! —Primero, te ha de importar el qué dirá Dios; luego —muy en segundo término, y a veces nunca—, habrás de ponderar lo que puedan pensar los demás. “A todo aquél —dice el Señor— que me reconociere delante de los hombres, yo también le reconoceré delante de mi Padre, que está en los cielos. Mas a quien me negare delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre, que está en los cielos”.

Referencias a la Sagrada Escritura