Lista de puntos
Evita esa adulación ridícula que, quizá de un modo inconsciente, manifiestas a veces al que hace cabeza, convirtiéndote en altavoz sistemático de sus gustos o de sus opiniones en puntos in-trascendentes.
—Pon más cuidado aún, sin embargo, en no empeñarte en mostrar sus defectos como detalles graciosos, llegando a una familiaridad que le desautoriza, o —¡triste servicio le prestarías!— a la deformación de convertir lo que está mal en algo chistoso.
Es indiscreto, pueril y ñoño decir amabilidades de los demás o elogiar sus cualidades, delante de los interesados.
—Así se fomenta la vanidad, y se corre el riesgo de que se “robe” gloria a Dios, a Quien todo se le debe.
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