Lista de puntos
Abriste sinceramente el corazón a tu Director, hablando en la presencia de Dios…, y fue estupendo comprobar cómo tú solo ibas encontrando respuesta adecuada a tus intentos de evasión.
¡Amemos la dirección espiritual!
A veces te inventas “problemas”, porque no acudes a la raíz de tus modos de comportarte.
—Lo único que necesitas tú es un decidido cambio de frente: cumplir lealmente tu deber y ser fiel a las indicaciones que te han dado en la dirección espiritual.
Acude a la dirección espiritual cada vez con mayor humildad, y puntualmente, que es también humildad.
Piensa —no te equivocas, porque ahí Dios te habla— que eres como un niño pequeño, ¡sincero!, al que van enseñando a hablar, a leer, a conocer las flores y los pájaros, a vivir las alegrías y las penas, a fijarse en el suelo que pisa.
El polvo y la ceguera de cierta caída te producen desasosiego, junto con pensamientos que quieren quitarte la paz.
—¿Has buscado el desahogo en las lágrimas junto al Señor, y en la conversación confiada con un hermano?
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/surco/904/ (04/05/2024)