55

Los hijos míos y yo debemos ser en el mundo, en medio de la calle, en medio de nuestro trabajo profesional, cada uno en lo suyo, almas contemplativas, almas que estén constantemente hablando

con el Señor, ante lo que parece bueno y ante lo que parece malo: porque, para un hijo de Dios, todo está dispuesto para nuestro bien. A la gente todo le parece excesivo, si lo que viene no es bueno; para nosotros, tratando a Jesús, teniendo intimidad con Jesucristo, Nuestro Señor y nuestro Amor, no hay contradicciones ni sucesos malos: omnia in bonum!1.

Intimidad con Cristo quiere decir ser almas de oración. Tenéis que aprender a tratar al Señor, desde por la mañana hasta por la noche; debéis aprender a rezar durante todo el día. ¡Veréis qué consuelo, veréis qué alegría, qué bien andaréis! Además, lo quiere Él. Tengo aquí, recogidos en la agenda, unos textos de la Escritura que suelo leer y meditar mucho. Me gustaría que hicierais lo mismo. Porque, si yo os digo que conviene tratar a Nuestro Señor en la oración, ya es una cosa: soy un sacerdote anciano, tengo casi setenta años. Además, soy el Padre que el Señor ha escogido para vosotros en la tierra, aquí, en esta gran familia de la Obra; os quiero con toda mi alma, y no puedo deciros una cosa por otra… Pero –sobre todo– mirad, no os lo digo yo solo: es el Señor mismo quien nos lo dice:

«Et omnia quæcumque petieritis in oratione credentes accipietis»2. Lo escribe San Mateo: todo lo que me pidáis en la oración, teniendo fe, todo lo tendréis. Y nosotros necesitamos muchas cosas. Esta familia del Opus Dei, extendida por todo el mundo, necesita muchas bendiciones de Dios dentro del año que viene. Vamos a pedir con toda el alma, con toda la fe, diciéndole con cariño al Señor, cada uno en la soledad acompañada del corazón: Jesús, que queremos esto… Vosotros decís: queremos lo que quiera el Padre, y acabáis antes, ¿no? Porque yo, además, quiero lo que quiere Él; así que está en un compromiso tremendo.

«Iterum dico vobis –nos dice San Mateo– quia, si duo ex vobis consenserint super terram, de omni re quamcumque petierint fiet illis a Patre meo qui in cælis est»3. Basta que haya dos que se pongan de acuerdo para pedir, y nosotros somos miles que estamos pidiendo lo mismo. ¡Qué seguridad hemos de tener! ¡Qué esperanza más segura! Una esperanza verdaderamente divina, sobrenatural, porque está fundamentada en el Amor, en la fe y en las palabras de Jesucristo mismo.

Notas
1

Cfr. Rm 8,28. Es una abreviación personal del texto de Rm 8,28: «diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum» («todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios») (N. del E.).

2

Mt 21,22.

3

Mt 28,19.

Referencias a la Sagrada Escritura
Este punto en otro idioma