4. El caso de Fontevrault

Pero de todos los Monasterios dúplices los que lograron mayor fama fueron los de la Orden de Fontevrault, así llamada por haber sido establecida entre Nantes y Tours, cerca de un lugar conocido con el nombre de la Fuente de Evrault14. La fundó el Beato Roberto de Arbrissel15, según se cree hacia el año de 109616. Roberto, nacido en 1047 —nos dice FERNANDO MouRRET17—, había sido primero Coadjutor del Obispado de Rennes, y enseñó luego Teología en Angers. Sintiendo vocación a la vida contemplativa, se retiró después al bosque de Craon, en Anjou, para hacer vida eremítica. Urbano II, que conocía su mucha ciencia y ardiente celo, le hizo salir de su retiro y le obligó a predicar en las diócesis vecinas. Evangelizó Normandía, Bretaña, Anjou y Turena, flagelando los vicios del mundo con una osadía desconocida, y llevando tras de sí penitentes de uno y otro sexo. Era como una nueva cruzada de gentes que, al no poder tomar parte en una expedición a la Tierra Santa, le pedían llevar una vida penitente en su patria.

Merced a la generosidad de algunos nobles, pudo construir Roberto un doble Monasterio, donde reunió a los hombres y mujeres que se habían recogido al principio en chozas separadas. El convento de hombres se hallaba dedicado al Apóstol San Juan y el de mujeres a la Santísima Virgen. Junto a estos edificios se levantó un hospital, bajo el patrocinio de San Lázaro, y una casa dedicada a Santa Magdalena, para recoger a las pecadoras arrepentidas. Existía además una iglesia común para los monjes y religiosas. Roberto llamó a sus compañeros «los pobres de Cristo», y les dio una regla muy severa18, que fue primero la de San Agustín y más tarde la de San Benito, con todos sus rigores, incluso el continuo silencio y la abstinencia de carnes, obteniendo así la aprobación de Pascual II en 1106 y su confirmación en 111319.

El santo fundador, para rendir homenaje y pleitesía a la Reina de los Cielos, que Jesucristo encomendó al cuidado del amado discípulo, sometió a todos los religiosos de su Instituto, varones y mujeres20, a la jurisdicción de la Abadesa de Fontevrault21, que en representación de la Santísima Virgen debía ejercer el cargo de Superiora general de toda la Orden22. Con esto no hacía Roberto sino seguir el espíritu caballeresco de los siglos medios23.

La Orden se propagó extraordinariamente por Francia —no así en el extranjero— y llegó a tener la Abadesa24 bajo su gobierno más de 60 Monasterios; entró en franca decadencia a fines de la Edad Media y desapareció con la Revolución25.

Notas
14

Fons-Ebraldi o Evrandi y, según otros, Ebrandi (cfr. MABILLON, Annales, V, pág. 395).

15

Sobre esta Orden escribió JUAN OE LA MAINFERME una «Apología», en dos tomos, Lutetiae Parisiorum, MDCCXXI (citado por VERMEERSCH, op. cit., pág. 449).

JUAN ALZOG cita a los bolandistas y escribe de Roberto de Arbrissel: «Tantam praedicationis gratiam Dominus donaverat ut, cum communem sermocinationem populo faceret, unusquisque quod sibi conveniebat, acciperet». Y añade: «Ego audenter dico, Robertum in miraculis copiosum, super daemoneos imperiosum, super principes gloriosum» (op. cit. pág. 131, nota 1).

16

Decía BARBOSA que sólo aparece claro que la fundación es anterior a 1117, fecha de la muerte del santo fundador. (Op. cit., lib. I, capítulo XLI, núm. 61, pág. 534.)

17

Cfr. Historia general de la Iglesia, trad. esp., IV, Barcelona, 1920, pág. 289.

18

Cfr. CHARLES SCHMIDT: Précis de l'Histoire de l'Église d'Occident pendant le Moyen Age, París, 1885, § 34, pág. 127.

19

Cfr. HERGENROTHER: Historia de la Iglesia, trad. de Francisco G. Ayuso, III, Madrid, 1885, núm. 166, pág. 667.

20

No sin gracejo escribía MOLINEO: «In Monasterio Fontis Ebraldi in Gallia, Monachi sunt inferné, Monachae yero sunt superné.» (CAROLI MOLINAEI: Omnia quae extant opera, tomus quartus, Parisiis, MDCLXXXI. Annotationes ad jus canonicum. Annotationes in Decretum, pág. 48, c. 2.)

21

Una Orden que presenta gran analogía con la de Fontevrault es la llamada Ordo Gilbertinorum o Sempringensis, fundada en Inglaterra en el siglo xii por San Gilberto (t 1189). Sus Abadesas se cuidaban de la inspección de los Monasterios de ambos sexos. Sin embargo, la Orden entera tenía a su cabeza un superior general. Se conservó en varias casas hasta la Reforma del siglo XVI. (Cfr. KRAUS: Histoire de l'Église, trad. francesa de Godet y Verschaffel, II, París, 1891, § 87, página 189.)

22

Es de advertir que la Abadesa era siempre elegida por las monjas (cfr. BARBOsA: Iuris Ecclesiastici Universi, loc. cit.).

23

De los autores antiguos sólo uno, PEORO ABELAROO, reprueba esta sumisión de los varones a la Abadesa, cosa que no puede extrañar si se tiene en cuenta su parecer de que ni siquiera deben ser presididas las mujeres por aquélla, sino por un Prelado. La anterior indicación, que tomamos de JUAN MABILLON, resulta desmentida por los hechos, según refiere este célebre cronista de la Orden benedictina: «Duplicis generis erant duplicia tunc monasteria: una in quibus binae justae congregationes, virorum ac puellarum sub abbate et sub abbatissa degebant; altera in quibus sanctimonialium coetus sub abbatissa vivebat paucos habens in disparatis aedibus sine abbate mopacos, quot scilicet ad sacra eis ministranda sufficiebant. Prioris gepcris monachi abbati omnino subjecti erant non abbatissae: secus in monasteriis posterioris classis, in quibus non erat justa congregatio, nullusque abbas, sed pauci tantum monachi qui ad nutum abbatissae et sanctimonialium ad earum arbitrium admittebantur, eisque ministrabant; quales erant in puellaribus monasteriis Gallicanis, sancti Petri apud Remos, sanctae Mariae apud Suessionas, Sanctae CruciS apud Pictavos, atque in Farensi et Jotrensi, aliisque; quibus successere canonici saeculares, abbatissae et sanctimonialibus quodam modo subjecti. Sic apud Sardenacum, qui Palestinae locus est sexto milliari a Damasco, ubi quaedam sanctimonialis oratorium beatae Mariae construxerat, monachi Greci erant, in quadam parte ecclesiae ministerium divinum agentes: attamen dignitas et magistratus sanctimonialium erat, pro reverentia illius sanctimonialis, quae prima locum, inhabitaverat, ut legi in manuscripto codice Renati Vallini canonici Namnetensis» (loc. cit.).

24

La primera que desempeñó esta dignidad fue Hersenda, parienta del duque de Bretaña, que tuvo por coadjutora a Petronila de Chemilliée. ( HERGENR OTHER, op. y loc. cit.)

25

SCH MIDT, op. cit., pág. 128.